domingo, 14 de octubre de 2007

OTRA DE BODAS

A ver si terminan Octubre y sus bodas, que esto es un infierno.

No sé ni por qué digo “Bueno, pero en este boda estoy más tranquilita y me marcho antes, que somos menos compañeros y más buenos”. Cuando al final ellos se marchan a casa y yo siempre acabo con los malos y soy la peor.

Me recuerda al verano en Lanzarote que siempre me adoptaba un grupo de madrugada al que las niñas hacían prometer que me dejarían en el hotel sana y salva. Y acabé siendo la adoptada de la isla. Pues en las bodas me está pasando igual.

La boda de mi Travolta fue estupenda, pero bebí demasiado como me pasa siempre y últimamente más. Fui sin comer, por la hora ten temprana del acto y ya con la primera copa me sentí mareada. Ni las 5 coca-colas que me tomé en lo que los demás comían (ya yo no podía), me sacaron de la embriaguez. Así que me di por perdida y las mezclé con el ron nada más sonar la primera canción.

Realmente lo pasé muy bien, hubo encuentros con gente que me apetecía ver, bailé mucho, canté más, me reí a carcajadas, me embelesé mirando a mi Travolta, que iba guapísimo, descubrí su parte afectiva-familiar que me sorprendió gratamente, disfruté de él, de sus bailes y de sus gritos a modo de canción en el escenario, conocí más a su mujer, que ya me tocaba, y que me gustó más y todo fue más o menos bien hasta que la gente empezó a largarse y me descubrí con personas que ya no me sonaban de nada.

Nos fuimos andando hacia un bar que ya había cerrado, ante el pavor del dueño de encontrarse a un grupo de borrachos cantando “Paquito el chocolatero”, y me recogió un tipo en la carretera que me dijo que subiese al coche y yo subí. Y ese tipo ni estaba en la boda, ni nada. Pero me llevó a la puerta del bar cerrado y allí recogimos a más gente, que ya no era de la mía inicial, y nos llevó a un hotel más extraño que la gente que había en él. Luego se fue sin bajarse, fue como un ángel de Autopista hacia el cielo, que sólo tenía el cometido de quitarnos de la carretera y llevarnos a un lugar más seguro.

Allí estaba un grupo de gente liando cigarros, bebiendo, viendo el Canal 47, en un salón oscuro con sofás y una mesa de billar.

Había un tipo con barbas que me había contado una historia de mentira en la boda y que era guapísimo. Tengo fotos con él, quién me las hizo?. Creo que lo acosé. Estoy segura. Hasta que una rubia lo salvó del acoso tras fulminarme con la mirada y se largaron. Hasta entonces no me di cuenta de que la rubia venía con él y no con el otro que se quedó. No estaba yo muy intuitiva esa noche.

Cada vez quedaba menos gente, (dónde se metieron?) y al final estábamos 3 tipos y yo jugando al billar. Yo en plan profesional, del billar, digo, como si realmente llevase toda la vida jugando, con unas poses…¡, y decía “Ahora le doy a la naranja por la derecha, rebota aquí y la meto allí”. “Si, mujer. Ni de coña”, se reían. Y yo iba y lo hacía. Y con un arte¡¡¡

La suerte me acompañó toda la partida y quedé como la reina del billar americano. Una cosa¡¡

Luego viajé en coche por urbanizaciones que no había visto nunca, estuve en casas de gente que no sabría volver, con más gente que no podría reconocer, y acabé de día, con sol iluminando el satén y como acaban estas cosas…con resaca.

No cuento más, que es más de lo mismo, y quizás si no cuento las cosas, desaparecen antes de mi memoria.

Realmente, si hago balance, la noche estuvo muy bien. Yo borracha, sí, pero eso es normal en una fiesta, y yo al menos no me subí en el escenario en plan gogó como otras, ni tropecé 5 veces con el mismo altavoz cayéndome las 5. Había gente mucho peor que yo, y eso me tranquiliza. Me deja en un segundo plano. Además, en las fotos hasta las 4 ó las 5 de la madrugada, no parezco ni borracha. Estoy como si me acabara de levantar. La ampolla revitalizante antifatiga y ultraluminosidad que me trajo la Vikinga me hizo efecto.

La cosa fue bien y divertida hasta la madrugada, hasta que se fueron los conocidos, y después…después lo recuerdo todo como soñado. Cuando la gente es extraña, yo me siento extraña también. De hecho, desarrollé un acento porteño que a veces me sale, no sé…, pero que aquí ya fue exagerado. Creo que mentí más que hablé y me inventé un personaje que yo no era, pero no quería yo ser la que soy en esos momentos.

Que el día después es siempre menos extraño cuando no eres tú y eres la porteña, cuando te despiertas desnuda entre unos brazos y unas manos que no son familiares y al dar la vuelta mientras deseas ponerle una cara conocida y te descubres con alguien sonriéndote,,, te entran ganas de decir pero no dices… ”Disculpa… ¿tu nombre era?”.

La porteña se fue cuando desapareció el alcohol de mi sangre y me quedé yo con dolor de cabeza. Joder con la porteña¡

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Me tranquiliza esa pregunta de "¿Su nombre era?".
Al menos sabemos que no era el Travolta.
Si no cuentas el polvo...miedo me da¡

Anónimo dijo...

¡Con lo bien que me estaba cayendo La Flecha¡
¡Y yo que pensaba que te habías enamorado¡
No me gusta este final. Podrías habértelo ahorrado.
¿La flecha no lee el blog?

Anónimo dijo...

Uy¡¡¡ Nena que me das miedo¡ Espabilá¡
Que Huelva es pequeña y todos se conocen. Y una porteña por aquí no se ve tanto.
Cuenta el polvo que ya hace mucho que no cuentas ninguno y follar, follas.
No creo yo que la flecha sea celosa si lee este blog y te conoce.

Anónimo dijo...

Uffffff¡
Qué cara de borracha tienes de madrugada en las fotos con el de las barbas¡
A pesar de la ampolla.
Borracha, borracha

Anónimo dijo...

...Es que ví las fotos en la cámara y se ve todo más difuminado.
Ya en el ordenador sí que sí. Borracha, borracha.
Y el barbas no se ve tan guapo¡