sábado, 20 de septiembre de 2008

LA BARRIADA


Cuando me hipotequé hasta los ojos en esta casa pensé realmente en que viviría en un pueblo tranquilo, en una zona tranquilita, familiar,… en fin, eso que te venden cuando compras.

Pero resulta que ahora parece que vivo en una barriada marginal. Sólo falta el aguador.

Lo tengo todo: adolescentes en la puerta haciendo botellón y gritando todos los improperios habidos y por haber, niñatos imberbes adictos al youporn que vociferan lo que les harían a la niña que va pasando y que eruptan y se tiran unos pedos de concurso, obreros calientes en frente de casa que te miran lascivos cuando abres las ventanas y que silban más que escupen y mucho más de lo que trabajan, tubos de escape pegados a motillos que hacen temblar los cristales,…

Pero lo peor de todo son los hijos de los vecinos de al lado. Uno de ellos, el chico, es uno de los canis de la pandilla de los tubos de escape y lo tunnis. La hermana es peor. No le he visto nunca la cara, pero la escucho cantar todos los días, sobre todo por las noches, con el Canal Fiesta a toda leche. Y si no es el Fiesta, repite con insistencia temas de Camela y de Haze con su Te estoy amando locamenti y su tributo a la cocaína, que es una versión entre las Grecas, la canción de El Queco Caballo Maldito y Prisionero de la Droga de Los Cholis.

A mí me molesta un poco la música pero me aguanto, pero no quiero que mi hijo crezca escuchando estos quinquicantes. Entre eso y el vecino que viene con la guitarrra recordando a los Chichos a cantarle “Pápa no le pegues a la máma” (y pongo la tilde ahí porque es donde él pone el acento)… me siento un poquito cada vez más Belén Esteban y temo comenzar a descuidarme y a comprarme chándales (cuál es el plural de chándal) rosas en los rastros y batas de guatiné. Ya de momento, y en contra de todo glamour, la Suelen me regaló una faja. Por ahí se empieza?

martes, 2 de septiembre de 2008

PRIMERA SALIDA


La primera salida post parto fue un completo fracaso. Un desastre.

Estaba muy nerviosa, como una adolescente a la que dejan llegar por primera vez a casa tarde, como si fuese a salir con un tipo que me gusta mucho, como si fuera a pasarme algo maravilloso.

Y no pasó nada. Qué digo¡¡ Peor que nada.

Salí con Suelen, la Patiño y la Amargada, que desde que se separó de cuerpo y alma, sobretodo de alma, y está bien follada ya no está amargada y tengo que dedicarle otra entrada más cariñosa. Pero eso otro día.

Después de nueve meses sin salir, te das cuenta que todo sigue igual. No cambia nada. No pasa nada maravilloso que hace esa salida especial. Haces lo mismo de siempre, acabas con la gente de siempre, en el porche de siempre, con los Corajes de siempre y como siempre o aun más borracha de lo de siempre.

Lo único que cambia es que al día siguiente, al rato siguiente, porque por supuesto alargué la cogorza hasta por la mañana, estás en vez de durmiendo, cogiendo a un niño que tiene gases.

Y tú estás peor, porque además de gases tienes dolor de cabeza, temblores, sudores, mareo y la fatiga de la muerte… Pero no importa. La importancia en estos casos es tan relativa…

Nunca mais.

VOLVER



Esperaba la vuelta a casa por recuperar la poca independencia que aun me queda después del parto. Pero temía, y aun temo el verme sola con mi chico y no ser capaz de hacer de mama sin morir en el intento.

Por supuesto que echo de menos a mi familia, incluida y sobretodo la abuelita psicópata. Se nota mucho. Tener que ocuparme de mi gordo yo sola y además cocinar, lavar, planchar, limpiar y demás actos a los que ya no estoy acostumbrada es complicado. Y más con el olvidado dolor de espaldas que me ha vuelto por acostumbrar al nene a los brazos.

El chico extraña todo, por lo que la primera noche fue complicado poder coger el sueño con todo tan extraño alrededor, tantos colores,… Pero fue bien.

Al día siguiente fue peor. Ducharme con un niño al lado en una hamaca en el suelo y aparecer y desaparecer tras las cortinas con un “traaaa¡” para que no llore, vestirme a su lado mientras me mira desnuda asombrado y descojonado tras el descubrimiento, comerme una tostada retostada dos veces en tres asaltos y dejar la mitad, estar más de media hora tomando un café y compartirlo con una mosca que vive con nosotros y que se tomó la mitad caliente y yo me quedé con la fría, entrar y salir del baño con las bragas por las rodillas cada vez que siento el llanto y sin poder terminar lo que iba a hacer,… En fin. Esas pequeñas cosas…

Supongo que me acostumbraré. Yo al caos siempre me acostumbro. Y este de ahora que me viene tan guapo y que sonríe tanto…mucho más.