viernes, 16 de mayo de 2008

ESCONDIÉNDOME

Me siento como una adolescente, escondiéndome para fumarme un cigarro. Lo que jode esconderse. Pero más joden las miradas de reproche de mira qué mala madre que fuma estando preñada.

Y es que hasta a mí me da mala conciencia, y no es que fume mucho, pero de vez en cuando “lo necesito” realmente.

Y no es que me esconda de mis padres, que también, sino de todo el mundo. Y fumo en el baño de los bares, dándole dos caladas rápidas y ahuyentando el humo, intentando que no se note. Las rayas en los baños no dan tanta ansiedad como esto.

Ahora me escondo hasta de los montadores del Ikea que están arriba mientras yo escribo, que ya ves qué coño les importo yo a los tíos y qué me importan ellos a mí. Pero me escondo. Escucho los pasos en la escalera y me levanto como una loca. Será que los reproches de los otros me pesan porque realmente son los míos. Esta Milá que llevo dentro y no me deja disfrutar de los pocos vicios que me quedaron durante la gestación. Ya me podría haber dado por follar, que es más sano y adelanta el parto¡ Pero a estas alturas ya ni me lo planteo hasta que no pase la cuarentena.

Ya tengo asumido que hasta agosto no hay nada que hacer. Y eso esperando que no tenga después un periodo de abstinencia por otras causas. Que este embarazo me llena de felicidad, sí, pero también de kilos y de estrías poco apetecibles sexualmente.