jueves, 4 de octubre de 2007

LA BODA

La boda de Pepa me trae de cabeza. Porque tengo que ir. Porque ella no entendería que no fuese. Porque realmente quiero ir, si no fuera por el protocolo tan exagerado que supone una boda, y más ésta, que llevamos un año conviviendo con ella, desde los detalles de la casa hasta los trajes, las invitaciones,...todo. Es la boda de la infanta.

Hay gente que no le importa, pero a mí me angustia tener que ir disfrazada, porque así me siento, y lo peor de todo...los zapatos. No puedo con ellos, me amargan la noche, no me lo paso bien, me paso el tiempo sentada, me los quito bajo la mesa y cuando intento ponérmelos ya tengo los pies hinchados y no me entran. Y siempre vuelvo descalza y dolorida aún con la anestesia de las copas.

Y después... vestirme con esas ropas¡ Todo el mundo habla del fondo de armario y yo en el fondo del armario tengo más de lo mismo.


En esta boda he estado haciendo una negación absoluta, como si no fuera a ir. ¿Qué te vas a poner? No sé. ¿Con quién te vas? No sé. ¿Cómo te vas? No sé...

Y ya he tenido que decidirme. La Divina y la Negra me acompañaron a por el vestido. Y no. No soy yo. No me veo. Ni ellas tampoco..."qué rara, tía".

Al final pantalones y camisa satén. ¿Satén? De brillo, vamos. Me dejaron con el dilema de los zapatos pero recordándome cada dos minutos "no te vayas a poner unas botas, Nina, que te conocemos. A las bodas hay que ir con zapatos de tacón. No importa que las botas sean de tacón. Zapatos, zapatos, zapatos,...".

Las tengo aquí en la cabeza a las dos lindas, y a todas las demás, que van divinas de la muerte, haciéndome comentarios sobre cómo tengo que ir, sobre lo que no puedo llevar para no llamar la atención de los demás invitados, para no desentonar. Protocolo, etiqueta, cortesía, buenas maneras, elegancia,...


He llegado a casa a las 10 de la noche, reventada de cuerpo y ánimo. He hecho un esfuerzo para no derrumbarme en el sofá y me he probado el modelito de los cojones con zapatos taconazo incluidos.

Y por fin me he decidido. LLevaré botas¡

Sí, sí, ya sé que me salgo del protocolo, pero me da igual. Quien me invita sabe perfectamente que a mí enmascararme no me gusta, y que me dan vértigo las alturas con tan poca superficie, y que si quiere que vaya tendrá que aceptarme como soy. Y pa mí ya quitarme los cueros es un sacrificio, y grande.

Así que voy con botas, y como el pantalón es de pitillo, se nota que las llevo. Pero las llevo. Y me da igual.

Porque además...yo voy fantástica y,... con el culo tan estupendo que me hacen los pantalones y el escotazo que llevo... quién se va a parar a mirarme los pies? Coño¡¡¡

Y es más,... con la Divina y la Negra a mi lado ¿Quién se va a parar a mirarme a mí?

Y después,...con la novia-infanta tan impresionante entre nosotros, quién se va a parar a mirar a la Divina y a la Negra?


Y finalmente,... con todo el mundo mirándose a sí mismo, ¿quién se va a parar a mirar a nadie?

7 comentarios:

Anónimo dijo...

De puta madre¡¡
Pero no te pongas las botas militares que esas sí que desentonan con el satén.

Anónimo dijo...

Es verdad. Cada uno se mira así mismo.
Pero yo te miraré el culo y el escote al pasar... A ver si es verdad

Anónimo dijo...

"A algunos hombres los disfraces no los disfrazan, sino los revelan. Cada uno se disfraza de aquello que es por dentro." G.K. Chesterton.

Así que...ponte las botas y no te quites los cueros.

Anónimo dijo...

yo seré de las primeras en ver el cambio junto con Suelen. Ya estoy impaciente. Pero seguro que al final estará espectacular. Seguro que de disfráz nada. Coño que es Nina!!

Anónimo dijo...

Vivan los novios coño, y que no tengan problemas en su periplo matrimonial...

Joder. Si no digo nada reviento...

Anónimo dijo...

De disfrazada, nada.
Estabas espectacular. IMPRESIONANTE.

Anónimo dijo...

Qué guapa estabas el día de la boda. Hasta con las botas.