miércoles, 11 de abril de 2007

LA AMARGÁ

Hay gente que tiene mala suerte, que nace estrellada, que todo lo malo que tiene que pasar le pasa a ella…es verdad.

Pero hay gente que tiene una suerte normal, como todo el mundo, pero que aunque le vayan bien las cosas, no es capaz de verlo y siempre está alicaída, triste, llorosa, desolada,…amargá.

Así es La Amargá. Siempre de mal rollo, siempre agobiada, siempre dando pena,…incapaz de disfrutar.

Si le toca un cupón, le ha tocado muy poco; si le regalan un DVD, le hacía más falta una plancha; si le echan un polvo, no se entera; si sale el sol, no ha sacado la ropa de verano; si le invitas a un paseo en barco, se marea y vomita,…

Es una tía que parece que siempre tiene la regla. Regla de las mala, de la antigua.

Da igual los problemas de los demás. Los suyos son peores. Estamos un grupo: a uno se le ha muerto el abuelo, otro tiene un hermano en la cárcel, a otro le han embargado, a otro no le han echado del trabajo, otra tiene un embarazo no deseado, a otro le han pillado con 2 gramos en el barrio,…y ella tiene 2 lavadoras sin poner.

Ya ves¡¡ Y resulta que es el problema más grande del mundo y anula todos los demás. Todo tiene solución menos su problema. Si le buscas una solución, ella contraataca y te habla de dos problemas más, pa por si acaso. Es la persona menos empática del mundo. No se solidariza con nadie y todos tenemos que solidarizarnos con ella.

Nunca está bien. Nunca es feliz. Y cuando tiene un conato de felicidad, lo aborta de forma inmediata.

Es la eterna melancolía, es la peli más triste de la cartelera, es la historia más triste del más triste programa del corazón de la tarde más triste, es el llanto de la cebolla, el llanto sin causa pero con sufrimiento, tristeza infinita, mártir por siempre.

Da miedo verla aparecer. Da miedo preguntarle. Da miedo invitarla. La veo y me corre un frío por la espalda,…un pinchazo en la nuca,…una paralización semejante a la del niño de “Sexto Sentido”, el de “en ocasiones veo muertos”. Al menos a los muertos el niño los ayudó. Y eso que estaban muertos.

Es imposible ayudarla. Volvería depresivo a cualquier psicólogo de prestigio, que le daría el alta tras la segunda sesión, buscando conservar su propia salud mental, y se quedaría tan pancho, sin remordimientos, sabiendo que ha hecho lo correcto.

Es sosa, insípida, insustancial, soporífera. Es un día gris, negro, engarrotado, sin posibilidad de abrir un claro en todo el día. Es tremendamente aburrida. Aburre a todo el mundo… Hasta yo, al escribir sobre ella y tener que imaginarla, me aburre tanto ¡, me deprime tanto ¡, me pesa tanto ¡…que voy a dejar de escribir.

Yuyu, yuyu¡

1 comentario:

Anónimo dijo...

RECONOCIBLE CIEN POR CIEN¡ SEGURO QUE PIENSAS QUE LO HAS HECHO BIEN Y NADIE LA RECONOCE.
TOCATÉ....