jueves, 22 de marzo de 2007

Mi hippy

Llevo tres semanas sin ver a mi hippy, sin hablar con él. Nunca había pasado tanto tiempo.

Me acuerdo mucho de él. Le echo de menos. Le quiero mucho. Sueño con él. Fantaseo con él. Es la primera persona en la que pienso cuando me levanto y la última que recuerdo antes de dormirme. Y también me acuerdo de él muchas veces al cabo del día. Pero ya no tanto como antes.

Soy capaz de divertirme, de reirme, de hacer planes, de sentirme feliz, sin estar él, sin que él aparezca en mis pensamientos.

Ya no tengo que preocuparme de si me llama o deja de hacerlo, de si vendrá, de dónde está y con quién,...porque ya ha dejado de importarme, porque ya no forma parte de vi vida actual, de mi círculo, de mi gente. Y eso me da mucha libertad. El no estar esperando nada de él.

Hay veces que me muero por verlo, por llamarlo,...y pienso en una excusa, que tengo miles. Pero me paro, porque sé que no sirve de nada y que me voy a arrepentir, porque no haría otra cosa que volver a meterme en un triángulo de mentiras, de malos rollos, de esperanzas de desespero, de amor, de odio, de llantos, de risas amargas, de soledad.

Hay veces que le echo tanto de menos que me dan ganas de llorar. Y lloro. Lloro por lo que añoro y porque no puedo recuperar algo que hace tanto tiempo que está perdido que a veces creo que no existió y que me lo inventé.

Me siento orgullosa después de vencer un impulso de llamarlo. Me siento valiente. Porque realmente me cuesta mucho seguir adelante sin él. Y porque sé que está tan cerca,...y tan lejos...

Pero lo intento. Y sé que esto será cada vez menos difícil.

Hay veces que, como hoy, me siento muy triste, pero sé que dentro de unas horas, que mañana, dejaré de estarlo. Porque la tristeza, menos mal¡, es un estado pasajero.

Es ahora, que estoy releyendo lo escrito, y que he dejado de llorar, y ya no me siento tan triste.

Incluso pienso que cómo coño puedo ser tan dramática.

No hay comentarios: