martes, 7 de octubre de 2008

DESAYUNO CON DORAEMON



Cuando mi sobrina de tres años vió la primera ecografía de mi chico, con dimensiones tan desproporcionadas de cabeza-cuerpo en los primeros meses de gestación, me dijo: “Tita, el primo se parece a Doraemon”.

Yo entonces no sabía quién era ese personaje y tampoco imaginaba entonces que ahora desayunaría en vez de con diamantes o con música a toda leche, como siempre, con Doraemon y sus amiguitos, entre otros.

Mi niño se emboba, supongo que por los colores y la animación del dibujo. Yo, como el desayuno es la única comida que realizo sentada, que las otras las hago de pie en la cocina o mientras camino de un lado a otro, me siento a su lado y me embobo también en estos dibujos tan diferentes a los que veía yo cuando era pequeña.

Heidi, La Abeja Maya, Los Picapiedra, el Oso Yogy, Bugs Bunny, Wickie el Vikingo, Tom y Jerry, Calimero, Mazinguer Z, Speedy González, Los Pitufos, Cartacán y los tres mosqueperros, Willie Fog, Superratón… son series que quedan en el recuerdo y que venden en teletiendas y en promociones del 902 en lotes ofertas. ¿Alguien lo compra?

Hoy los dibujos han cambiado. Mucho más cachondos que las tristezas de ese Marco buscando a su madre. Shin Chan, Los Simpsons, Padre de familia,…éste último superfuerte, pero que los niños ven desde pequeños y lo siguen más que yo.

Yo no me sé los nombres de todos esos dibujos japoneses donde salen esos chicos con pelos de colores dando saltos y peleándose todo el tiempo, y sólo sé el de Bob Esponja, Pocoyó, La casa de Mickey Mouse y Doraimond. Estos dos últimos los veo todos los días y hasta les presto atención. No sé si los niños de hoy se frustran sin tener a mano mickeyherramientas o esos aparatos que Doraemon se saca de la barriga o de los huevos, no sé.

Lo cierto es que Doraemon marca a una generación no sólo de niños sino de padres y es curioso que el otro día fuese tema de conversación en la cervecita en una terraza, ya no sólo en mi mesa, sino que el camarero y los clientes de las mesas vecinas intervenían en una conversación-debate donde se hablaba de la voz tan chocante de Shizuka, de lo pavo que es Nubita o de la mala leche de Sumeo.

Fue una sensación muy rara el descubrirme en estos temas, que además en esta ocasión, saqué yo.

Y aunque echaré mucho de menos a mi gordo… tengo ya ganas de incorporarme al trabajo para recuperar un poco de vida social y entablar conversaciones de otros temas mejores y peores y quizás incluso también que me inspiren escribir entradas menos infantiles que ésta.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Nina, te veo muy liada con tu niño y aburrida por dentro contigo misma. Estoy de acuerdo en que debes de volver a la rutina y trabajar. Corre a reservar en la guardería.

Anónimo dijo...

No es por desilusionarte, pero te esperan miles y miles de horas de dibujos (eso no es lo peor, tendrías que ver a los telettubbies) y programación infantil variada y de lo más insulsa (se deben pensar que los niños son jilipollas) y después vendrán las colecciones de cromos, el pressing catch... No te queda "na"
Y las canciones infantiles... son para cagarse.

Mael

Anónimo dijo...

Ojala todos mis sueños se hicieran realidad, se hicieran realidad porque tengo un mooontoooon....

Así empieza la canción de Doraemon, tienen huevos los letristas japoneses. ¿O será la traducción?

Mael